En una de las últimas clases, temprano en la mañana; en esas donde la mirada muchas veces se perdía en el vacío profundo de la pantalla del proyector, el profesor logró llamar mi atención. Lo que dijo de alguna forma abrió mis ojos, cambió mi forma de pensar. Ahora suena totalmente exagerado, pero en ese momento me pareció una verdadera revelación: "el tiempo es discontinuo"
Sus palabras exactas fueron "Está científicamente comprobado que aunque existiese un instrumento infinitamente exacto para medir el tiempo, existirían espacios entre cada medición de tiempo, lo que demuestra que el tiempo no es continuo, sino discontinuo, la vida avanza dando saltitos". Ahora que lo escribo no parece gran cosa, basta con sólo mirar cómo se mueven las agujas de un reloj para saber que entre cada segundo hay un espacio de tiempo no contabilizable. Pero se trata de algo más grande que eso, si lo pensamos bien todo en el universo está construido a través de partículas, las cuales son discreta, de una manera bastante simplona, todo está formado por puntos y espacios. Me encantó la idea, la idea de que el tiempo, si es que en verdad existe como entidad física, no fuese un continuo, de que la vida avanzara dando pequeños saltitos.
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Se han preguntado, por qué nos gustan las fotografías? No importa sin son a color o en blanco y negro, si retratan gente o paisajes, si son artísticas o no; todas capturan un momento, un instante de tiempo... un segundo que no volverá a transcurrir. Porque de todo lo que huye de nosotros, de todo lo que dejamos escapar, lo que más duele con el pasar de los años es el tiempo.
Creo que tomamos fotografías, por la misma razón que escribimos nuestras historias y sueños, por temor a olvidar aquellos rostros, aquellos lugares o aquellos momentos que de alguna u otra forma significaron algo en nuestras vidas.
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